Testimonio de un testigo de los
últimos días de Víctor Jara (extracto)
A ESE HIJO DE PUTA ME LO TRAEN PARA ACA!. Gritó el oficial apuntando con su dedo a Víctor Jara, quien junto a unos 600 profesores y estudiantes de la UTE ingresábamos prisioneros con las manos en la nuca y a punta de bayonetas y culatazos al Estadio Chile la tarde del Miércoles 12 de Septiembre de 1973
Este es el oficial Edwin Dimter, asesino quien terminó con la vida del cantante. Ahora es un flamante ex oficial retirado del ejercito, hoy ocupa la jefatura del Departamento de Auditoría de Procesos Especiales y Pensiones, dependiente de la División Control de Instituciones. Por décadas logró ocultar su identidad, cubierto por el silencio de sus antiguos camaradas de armas. Edwin Dimter Bianchi, audaz protagonista del tanquetazo de junio de 1973, fue “El Príncipe”, el sádico niño bonito del Estadio Chile al que le han imputado la muerte de Víctor Jara. Hoy, se declara exonerado político y ocupa una jefatura de Departamento en la Superintendencia de AFP
¡A ESE HIJO DE PUTA ME LO TRAEN PARA ACA!. Repitió iracundo el oficial…. Casco hasta los ojos, rostro pintado, metralleta al hombro, granada al pecho, pistola y corvo al cinto, balanceando su cuerpo tensado y prepotente sobre sus botas negras..
A ESE HUEVON!. ¡A ESE!!. El soldado lo empuja sacándolo de la fila
¡NO ME LO TRATEN COMO SEÑORITA, CARAJO! Ante la orden, el soldado levanta su fusil y le da un feroz culatazo en la espalda de Víctor. Víctor cae de bruces, casi a los pies del Oficial
¡CH’A TU MADRE!. VOS SOY EL VICTOR JARA HUEVON. EL CANTOR MARXISTA, ¡EL CANTOR DE PURA MIERDA!. Y, entonces, su bota se descarga furibunda una, dos, tres, diez veces en el cuerpo, en el rostro de Víctor, quien trata de protegerse la cara con sus manos, -ese rostro que cada vez que lo levanta esboza esa sonrisa, que nunca lo abandonó hasta su muerte-. Esa misma sonrisa grande con que cantó desde siempre al amor y a la revolución.-
YO TE ENSEÑARE HIJO DE PUTA A CANTAR CANCIONES CHILENAS, ¡NO COMUNISTAS!. ....El golpe de una bota sobre un cuerpo indefenso no se olvida jamás.... El oficial sigue implacable su castigo, enceguecido de odio, lo increpa y patea. La bota maldita se incrusta en la carne del cantor. Nosotros, apuntados por los fusiles contemplamos con horror la tortura de nuestro querido trovador y pese a la orden de avanzar nos quedamos transidos frente al horror. Víctor yace en el suelo. Y no se queja. Ni pide clemencia. Sólo mira con su rostro campesino al torturador fascista. Este se desespera. Y de improviso desenfunda su pistola y pensamos con pavor que la descerrajará sobre Víctor. Pero, ahora le golpea con el cañón del arma, una y otra vez. Grita e increpa. Es histeria fascista. Y, entonces, la sangre de Víctor comienza a empaparle su pelo, a cubrirle su frente, sus ojos......... Y la expresión de su rostro ensangrentado se nos quedaría grabada para siempre en nuestras retinas........
El oficial se cansa y de pronto detiene sus golpes. Mira a su alrededor y advierte los cientos de ojos testigos que en una larga hilera lo observan con espanto y con ira. Entonces, se descompone y vocifera. ¡¿QUE PASA HUEVONES?!. ¡QUE AVANCEN ESTAS MIERDAS!!. Y A ESTE CABRON, se dirige a un soldado, ME LO PONES EN ESE PASILLO Y AL MENOR MOVIMIENTO, LO MATAS, ¡LO MATAS!, ¿ENTENDISTES, CARAJO?!.
VICTOR, herido, ensangrentado, permanece bajo custodia en uno de los pasillos del Estadio Chile. Sentado en el suelo de cemento, con prohibición de moverse. Desde ese lugar, contempla el horror del fascismo. Allí, en ese mismo Estadio que lo aclamó en una noche del año 69 cuando gana el Primer Festival de la Nueva Canción Chilena, con su PLEGARIA DE UN LABRADOR: Levántate Y mírate las manos Para crecer, estréchala a tu hermano Juntos iremos unidos en la sangre Hoy es el tiempo que puede ser mañana. Juntos iremos unidos en la sangre Ahora y en la hora de nuestra muerte, amen (fragmento )
Allí es obligado a permanecer la noche del Miércoles 12 y parte del Jueves 13, sin ingerir alimento alguno, ni siquiera agua. Víctor tiene varias costillas rotas, uno de sus ojos casi reventado, su cabeza y rostro ensangrentados y hematomas en todo su cuerpo. Y estando allí, es exhibido como trofeo por el Oficial superior y por “el Príncipe” ante las delegaciones de oficiales de las otras ramas castrenses y cada uno de ellos hace escarnio del cantor.La tarde del Jueves se produce un revuelo en el Estadio. Llegan buses de la Población La Legua. Se habla de enfrentamiento. Y bajan de los buses muchos presos, heridos y también muchos muertos. A raíz de este revuelo, se olvidan un poco de Víctor. Los soldados fueron requeridos a la entrada del Estadio
Entonces, aprovechamos de arrastrar a Víctor hasta las graderías. Le damos agua. Le limpiamos el rostro. Eludiendo la vigilancia de los reflectores y las “punto 50”, nos damos a la tarea de cambiar un poco el aspecto de Víctor. Queremos disfrazar su estampa conocida. Que pase a ser uno más entre los miles.
. Y cuando nos ordenan confeccionar listas de los presos para el traslado al Estadio Nacional, también disfrazamos su nombre y le inscribimos con su nombre completo: VICTOR LIDIO JARA MARTINEZ
Un estudiante nuestro ubica a un soldado conocido, le pide algo de alimento para Víctor. El soldado se excusa, dice que no tiene, pero mas tarde aparece con un huevo crudo, lo único que pudo conseguir y Víctor toma el huevo y lo perfora con un fósforo en los dos extremos y comienza a chuparlo y nos dice, recuperando un tanto su risa y su alegría, “en mi tierra de Lonquén así aprendí a comer los huevos”. Y duerme con nosotros la noche del Jueves, entre el calor de sus compañeros de infortunio y, entonces, le preguntamos que haría él, un cantor popular, un artista comprometido, un militante revolucionario, ahora en Dictadura y su rostro se ensombrece previendo, quizás, la muerte.
El Viernes 14 estamos listos para partir al Nacional. Los fascistas parecen haberse olvidado de Víctor. Nos hacen formar para subir a unos buses, manos en alto y saltando. Y las bayonetas clavándonos. En el último minuto, una balacera nos vuelve a las graderías.
Y llegamos al fatídico SABADO 15 DE SEPTIEMBRE DE 1973. . Y Víctor comienza a escribir, pensamos en una carta a Joan su compañera. Y escribe, escribe, con el apremio del presentimiento. De improviso, dos soldados lo toman y lo arrastran violentamente hasta un sector alto del Estadio, donde su ubica un palco, gradería norte. El oficial llamado el Príncipe tenía visitas, oficiales de la Marina. Y desde lejos vemos como uno de ellos comienza a insultar a Víctor, le grita histérico y le da golpes de puño. La tranquilidad que emana de los ojos de Víctor descompone a sus cancerberos.- Los soldados reciben orden de golpearlo y comienzan con furia a descargar las culatas de sus fusiles en el cuerpo de Víctor. 2 Veces alcanza a levantarse Víctor, herido, ensangrentado. Luego no vuelve a levantarse. Es la última vez que vemos con vida a nuestro querido trovador. Sus ojos se posan por última vez, sobre sus hermanos, su pueblo mancillado.
Aquella noche, nos trasladan al Estadio Nacional y al salir al foyer del Estadio Chile vemos un espectáculo dantesco. Treinta o cuarenta cuerpos sin vida están botados allí y entre ellos, junto a Litre Quiroga, Director de Prisiones del Gobierno Popular, también asesinado, el cuerpo inerte y el pecho perforado a balazos de nuestro querido VICTOR JARA. 42 balas. La brutalidad fascista había concluído su criminal faena. Era la noche del Sábado 15 de Septiembre. Al día siguiente su cadáver ensangrentado, junto a otros, sería arrojado cerca del Cementerio Metropolitano.
Esa noche, entre golpes y culatazos ingresamos prisioneros al Estadio Nacional.- .......Y nuestras lágrimas de hombres quedaron en reguero, recordando tu canto y tu voz, amado Víctor, Víctor del Pueblo:
últimos días de Víctor Jara (extracto)
A ESE HIJO DE PUTA ME LO TRAEN PARA ACA!. Gritó el oficial apuntando con su dedo a Víctor Jara, quien junto a unos 600 profesores y estudiantes de la UTE ingresábamos prisioneros con las manos en la nuca y a punta de bayonetas y culatazos al Estadio Chile la tarde del Miércoles 12 de Septiembre de 1973
Este es el oficial Edwin Dimter, asesino quien terminó con la vida del cantante. Ahora es un flamante ex oficial retirado del ejercito, hoy ocupa la jefatura del Departamento de Auditoría de Procesos Especiales y Pensiones, dependiente de la División Control de Instituciones. Por décadas logró ocultar su identidad, cubierto por el silencio de sus antiguos camaradas de armas. Edwin Dimter Bianchi, audaz protagonista del tanquetazo de junio de 1973, fue “El Príncipe”, el sádico niño bonito del Estadio Chile al que le han imputado la muerte de Víctor Jara. Hoy, se declara exonerado político y ocupa una jefatura de Departamento en la Superintendencia de AFP
¡A ESE HIJO DE PUTA ME LO TRAEN PARA ACA!. Repitió iracundo el oficial…. Casco hasta los ojos, rostro pintado, metralleta al hombro, granada al pecho, pistola y corvo al cinto, balanceando su cuerpo tensado y prepotente sobre sus botas negras..
A ESE HUEVON!. ¡A ESE!!. El soldado lo empuja sacándolo de la fila
¡NO ME LO TRATEN COMO SEÑORITA, CARAJO! Ante la orden, el soldado levanta su fusil y le da un feroz culatazo en la espalda de Víctor. Víctor cae de bruces, casi a los pies del Oficial
¡CH’A TU MADRE!. VOS SOY EL VICTOR JARA HUEVON. EL CANTOR MARXISTA, ¡EL CANTOR DE PURA MIERDA!. Y, entonces, su bota se descarga furibunda una, dos, tres, diez veces en el cuerpo, en el rostro de Víctor, quien trata de protegerse la cara con sus manos, -ese rostro que cada vez que lo levanta esboza esa sonrisa, que nunca lo abandonó hasta su muerte-. Esa misma sonrisa grande con que cantó desde siempre al amor y a la revolución.-
YO TE ENSEÑARE HIJO DE PUTA A CANTAR CANCIONES CHILENAS, ¡NO COMUNISTAS!. ....El golpe de una bota sobre un cuerpo indefenso no se olvida jamás.... El oficial sigue implacable su castigo, enceguecido de odio, lo increpa y patea. La bota maldita se incrusta en la carne del cantor. Nosotros, apuntados por los fusiles contemplamos con horror la tortura de nuestro querido trovador y pese a la orden de avanzar nos quedamos transidos frente al horror. Víctor yace en el suelo. Y no se queja. Ni pide clemencia. Sólo mira con su rostro campesino al torturador fascista. Este se desespera. Y de improviso desenfunda su pistola y pensamos con pavor que la descerrajará sobre Víctor. Pero, ahora le golpea con el cañón del arma, una y otra vez. Grita e increpa. Es histeria fascista. Y, entonces, la sangre de Víctor comienza a empaparle su pelo, a cubrirle su frente, sus ojos......... Y la expresión de su rostro ensangrentado se nos quedaría grabada para siempre en nuestras retinas........
El oficial se cansa y de pronto detiene sus golpes. Mira a su alrededor y advierte los cientos de ojos testigos que en una larga hilera lo observan con espanto y con ira. Entonces, se descompone y vocifera. ¡¿QUE PASA HUEVONES?!. ¡QUE AVANCEN ESTAS MIERDAS!!. Y A ESTE CABRON, se dirige a un soldado, ME LO PONES EN ESE PASILLO Y AL MENOR MOVIMIENTO, LO MATAS, ¡LO MATAS!, ¿ENTENDISTES, CARAJO?!.
VICTOR, herido, ensangrentado, permanece bajo custodia en uno de los pasillos del Estadio Chile. Sentado en el suelo de cemento, con prohibición de moverse. Desde ese lugar, contempla el horror del fascismo. Allí, en ese mismo Estadio que lo aclamó en una noche del año 69 cuando gana el Primer Festival de la Nueva Canción Chilena, con su PLEGARIA DE UN LABRADOR: Levántate Y mírate las manos Para crecer, estréchala a tu hermano Juntos iremos unidos en la sangre Hoy es el tiempo que puede ser mañana. Juntos iremos unidos en la sangre Ahora y en la hora de nuestra muerte, amen (fragmento )
Allí es obligado a permanecer la noche del Miércoles 12 y parte del Jueves 13, sin ingerir alimento alguno, ni siquiera agua. Víctor tiene varias costillas rotas, uno de sus ojos casi reventado, su cabeza y rostro ensangrentados y hematomas en todo su cuerpo. Y estando allí, es exhibido como trofeo por el Oficial superior y por “el Príncipe” ante las delegaciones de oficiales de las otras ramas castrenses y cada uno de ellos hace escarnio del cantor.La tarde del Jueves se produce un revuelo en el Estadio. Llegan buses de la Población La Legua. Se habla de enfrentamiento. Y bajan de los buses muchos presos, heridos y también muchos muertos. A raíz de este revuelo, se olvidan un poco de Víctor. Los soldados fueron requeridos a la entrada del Estadio
Entonces, aprovechamos de arrastrar a Víctor hasta las graderías. Le damos agua. Le limpiamos el rostro. Eludiendo la vigilancia de los reflectores y las “punto 50”, nos damos a la tarea de cambiar un poco el aspecto de Víctor. Queremos disfrazar su estampa conocida. Que pase a ser uno más entre los miles.
. Y cuando nos ordenan confeccionar listas de los presos para el traslado al Estadio Nacional, también disfrazamos su nombre y le inscribimos con su nombre completo: VICTOR LIDIO JARA MARTINEZ
Un estudiante nuestro ubica a un soldado conocido, le pide algo de alimento para Víctor. El soldado se excusa, dice que no tiene, pero mas tarde aparece con un huevo crudo, lo único que pudo conseguir y Víctor toma el huevo y lo perfora con un fósforo en los dos extremos y comienza a chuparlo y nos dice, recuperando un tanto su risa y su alegría, “en mi tierra de Lonquén así aprendí a comer los huevos”. Y duerme con nosotros la noche del Jueves, entre el calor de sus compañeros de infortunio y, entonces, le preguntamos que haría él, un cantor popular, un artista comprometido, un militante revolucionario, ahora en Dictadura y su rostro se ensombrece previendo, quizás, la muerte.
El Viernes 14 estamos listos para partir al Nacional. Los fascistas parecen haberse olvidado de Víctor. Nos hacen formar para subir a unos buses, manos en alto y saltando. Y las bayonetas clavándonos. En el último minuto, una balacera nos vuelve a las graderías.
Y llegamos al fatídico SABADO 15 DE SEPTIEMBRE DE 1973. . Y Víctor comienza a escribir, pensamos en una carta a Joan su compañera. Y escribe, escribe, con el apremio del presentimiento. De improviso, dos soldados lo toman y lo arrastran violentamente hasta un sector alto del Estadio, donde su ubica un palco, gradería norte. El oficial llamado el Príncipe tenía visitas, oficiales de la Marina. Y desde lejos vemos como uno de ellos comienza a insultar a Víctor, le grita histérico y le da golpes de puño. La tranquilidad que emana de los ojos de Víctor descompone a sus cancerberos.- Los soldados reciben orden de golpearlo y comienzan con furia a descargar las culatas de sus fusiles en el cuerpo de Víctor. 2 Veces alcanza a levantarse Víctor, herido, ensangrentado. Luego no vuelve a levantarse. Es la última vez que vemos con vida a nuestro querido trovador. Sus ojos se posan por última vez, sobre sus hermanos, su pueblo mancillado.
Aquella noche, nos trasladan al Estadio Nacional y al salir al foyer del Estadio Chile vemos un espectáculo dantesco. Treinta o cuarenta cuerpos sin vida están botados allí y entre ellos, junto a Litre Quiroga, Director de Prisiones del Gobierno Popular, también asesinado, el cuerpo inerte y el pecho perforado a balazos de nuestro querido VICTOR JARA. 42 balas. La brutalidad fascista había concluído su criminal faena. Era la noche del Sábado 15 de Septiembre. Al día siguiente su cadáver ensangrentado, junto a otros, sería arrojado cerca del Cementerio Metropolitano.
Esa noche, entre golpes y culatazos ingresamos prisioneros al Estadio Nacional.- .......Y nuestras lágrimas de hombres quedaron en reguero, recordando tu canto y tu voz, amado Víctor, Víctor del Pueblo: